Las organizaciones hoy en día se enfrentan a un mundo en constante cambio, por lo que los modelos de gestión deben ser más flexibles para poder adaptarse a estos cambios. En México, en lugar de seguir enfoques integrales de desarrollo organizacional, muchas organizaciones se inclinan más hacia enfoques estructuralistas que no permiten cambios. Estos enfoques se basan en la construcción de procesos bien definidos como una división fija del trabajo, jerarquías, normas, entre otros.
A pesar de que muchos modelos de trabajo en México han logrado crear jerarquías y procedimientos, se encuentran con resistencia al cambio, donde se argumenta que si algo funciona, ¿para qué cambiarlo? Es por eso que los enfoques integrales de desarrollo organizacional proponen una gestión que se adapte al cambio y tome lo mejor de los enfoques estructuralistas, desarrollando características como la gestión del rol, la planificación y el liderazgo.
La gestión del rol juega un papel fundamental en el desarrollo y éxito de una organización, supervisando y orientando las actividades de los individuos y equipos hacia el logro de los objetivos. La planificación es otra función clave en el desarrollo organizacional, estableciendo objetivos claros, estrategias para lograrlos y sistemas para medir el progreso. Por último, el liderazgo, aunque su significado no esté del todo claro, se reconoce como una actividad importante que conduce a los viajeros por el camino correcto.
En resumen, las organizaciones mexicanas deben adoptar enfoques más integrales de desarrollo organizacional que permitan adaptarse a los constantes cambios del mundo actual. Esto implica una gestión efectiva del rol, una planificación adecuada y un liderazgo que guíe a la organización hacia el éxito. Solo así podrán enfrentar los desafíos y aprovechar las oportunidades que se presenten en el camino hacia el crecimiento y la competitividad.
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